En una jornada histórica, sindicatos, organizaciones sociales y ciudadanía en general se movilizaron en todo el país para rechazar el brutal ajuste del gobierno de Milei y el sometimiento al FMI. El mensaje fue claro: el pueblo no está dispuesto a pagar la crisis con hambre, desempleo y represión.
Este jueves, la Argentina fue escenario de un paro nacional contundente que reflejó el profundo malestar social frente a las políticas de ajuste salvaje implementadas por el gobierno libertario de Javier Milei. Desde temprano, miles de personas se congregaron en plazas, rutas y centros neurálgicos de las principales ciudades del país, dando forma a una jornada de lucha que combinó huelga, movilización y resistencia pacífica. La convocatoria unió a trabajadores formales e informales, jubilados, estudiantes, movimientos sociales y sindicales que decidieron decir basta a una política que prioriza al mercado y a los especuladores financieros por sobre la vida y la dignidad del pueblo.
Los reclamos fueron diversos pero convergentes: freno al desguace del Estado, a la destrucción del salario y a la entrega de los recursos naturales al capital extranjero. En Buenos Aires, la movilización fue masiva, con columnas que llegaron a la Plaza de Mayo desde distintos puntos del conurbano y el interior del país. Se denunciaron la ley bases, el RIGI y las condiciones impuestas por el FMI, a cambio de deuda eterna y dependencia. Los discursos fueron duros, pero la jornada se vivió con mística, conciencia y organización.
El paro también dejó en claro que la ofensiva del gobierno contra los derechos laborales, la salud, la educación y los servicios públicos no pasa inadvertida. Lejos de aceptar con resignación el avance del modelo de ajuste, saqueo y disciplinamiento social, sectores amplios de la sociedad están empezando a construir una respuesta colectiva. La adhesión fue significativa incluso en sectores no sindicalizados, lo que evidencia que el conflicto social ya desborda los canales tradicionales.
En un clima de creciente recesión, inflación descontrolada y deterioro del tejido social, la protesta de hoy demostró que todavía existe en la Argentina una memoria viva de lucha. El pueblo no está dormido. Sabe que sin resistencia no hay futuro, y que los derechos no se mendigan: se conquistan en las calles.
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