La celebración de la Solemnidad del «Corpus Christi» en Ostia, Litoral de Roma
El Papa Francisco expresó hoy que los discípulos de Jesús deben “preparar” su llegada a esos lugares que “no han sido alcanzados por el amor, ni tocados por la esperanza”. E instó a vivir eucarísticamente: “derramando en el mundo el amor que brota de la carne del Señor. La Eucaristía en la vida se traduce pasando del yo al tú”.
“Pidamos la gracia de estar hambrientos de Dios, nunca saciados de recibir lo que él prepara para nosotros”, lo dijo con motivo de la celebración de la Solemnidad del «Corpus Christi» realizado en Ostia, ciudad del Litoral Romano afectada en los últimos años por actos de crimen organizado, este domingo 3 de junio 2018.
En efecto, denunció el silencio, probablemente, cómplice y funcional a la mafia. “Jesús desea que sean derribados los muros de la indiferencia y del silencio cómplice, arrancadas las rejas de los abusos y las intimidaciones, abiertas las vías de la justicia, del decoro y la legalidad”.
El 13 de junio de 1968, el Beato Pablo VI bendijo la primera piedra de la parroquia Santa Mónica, a donde Francisco presidió Misa y ha pronunciado su homilía.
Hambre de ser amados
“Tenemos hambre de ser amados. Pero los elogios más agradables, los regalos más bonitos y las tecnologías más avanzadas no bastan, jamás nos sacian del todo”, expresó.
En este sentido, se refirió a la Eucaristía como verdadero alimento del alma y de nuestras acciones a favor de los más necesitados.
“La Eucaristía es un alimento sencillo, como el pan, pero es el único que sacia, porque no hay amor más grande. Allí encontramos a Jesús realmente, compartimos su vida, sentimos su amor”,
“En la Hostia consagrada, además del lugar, Jesús nos prepara el alimento, la comida. En la vida necesitamos alimentarnos continuamente, y no solo de comida, sino también de proyectos y afectos, deseos y esperanzas”.
Francisco instó a escoger este alimento de vida: “pongamos en primer lugar la Misa, descubramos la adoración en nuestras comunidades.
Personas sin casa, sin comer, sin familia: “son sagrarios abandonados”.
Asimismo, pidió a los discípulos de Jesús de ir llevar ese alimento a los espacios y lugares no alcanzados “por el amor, ni tocados por la esperanza”.
“A esos lugares incómodos desea ir y nos pide a nosotros realizar para él los preparativos. Cuántas personas carecen de un lugar digno para vivir y del alimento para comer. Todos conocemos a personas solas, que sufren y que están necesitadas: son sagrarios abandonados”.
“Nosotros, que recibimos de Jesús comida y alojamiento, estamos aquí para preparar un lugar y un alimento a estos hermanos más débiles. Él se ha hecho pan partido para nosotros; nos pide que nos demos a los demás, que no vivamos más para nosotros mismos, sino el uno para el otro”.
Vivir eucarísticamente
“Así se vive eucarísticamente: derramando en el mundo el amor que brota de la carne del Señor. La Eucaristía en la vida se traduce pasando del yo al tú”.
El Papa en referencia al amplio paseo marítimo de esta ciudad de Litoral romano, llama a la belleza de abrirse y remar mar adentro en la vida.
“Pero para hacer esto hay que soltar esos nudos que nos unen a los muelles del miedo y de la opresión. La Eucaristía invita a dejarse llevar por la ola de Jesús, a no permanecer varados en la playa en espera de que algo llegue, sino a zarpar libres, valientes, unidos”
En el mismo lugar donde el beato Pablo Vi celebró la solemnidad hace 50 años, Francisco manifestó que “pero, como a los discípulos entonces, también hoy a nosotros Jesús nos pide preparar”.
“Como los discípulos le preguntamos: “Señor, ¿dónde quieres que vayamos a preparar?». Dónde: Jesús no prefiere lugares exclusivos y excluyentes. Busca espacios que no han sido alcanzados por el amor, ni tocados por la esperanza”.
Eucaristía la “reserva” del paraíso
El Papa manifestó que existen dos dones, el lugar y el alimento preparados por Jesús para nosotros: El Evangelio y la Iglesia, lugar de la eucaristía.
La Eucaristía – indicó – es el pan del futuro, que ya nos hace pregustar un futuro infinitamente más grande que cualquier otra expectativa mejor.
“Es el pan que sacia nuestros deseos más grandes y alimenta nuestros sueños más hermosos. Es, en una palabra, la prenda de la vida eterna: no solo una promesa, sino una prenda, es decir, un anticipo concreto de lo que nos será dado”.
“La Eucaristía es la “reserva” del paraíso; es Jesús, viático de nuestro camino hacia la vida bienaventurada que no acabará nunca”, agregó.
El mensaje esperanzador del Papa también estuvo dirigido a 850 niños que realizan la Primera Comunión, 150 chicos de los oratorios, 350 jóvenes confirmandos. Cada grupo se distinguió con una camisa de diferente color.
Ante la plaza de la parroquia de Santa Mónica, tuvo lugar la procesión con el Santísimo Sacramento a lo largo de aproximadamente un quilómetro y medio entre las calles del barrio de la costa romana.
Tras la misa, el Papa prosiguió su peregrinaje con la procesión por las calles de la ciudad hasta la parroquia de Santa María de Bonaria, en la Nueva Ostia.
El momento conclusivo fue la bendición eucarística que el Papa Francisco impartió a los fieles reunidos en la cercanía de la parroquia.
Así les instó a dar testimonio del bien, hoy es particularmente urgente. Un testimonio que hoy el Papa Francisco ha dado en primera persona.
El Corpus Christi es la solemnidad en honor del Santísimo Sacramento. Es la celebración del Cuerpo y la Sangre de Cristo en el transcurso de la cual la hostia consagrada se coloca en un relicario o custodia para la adoración pública de los fieles.