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EL TOPO NO LA VE

El discurso de Milei en el Congreso fue como esos capítulos de El Zorro que aún se difunden por la TV abierta: ya se repitieron centenas de veces. Por Ángel Coraggio.

«Amo ser el topo dentro del Estado; yo soy el que destruye el Estado desde adentro», le dijo Javier Milei a la periodista estadounidense Bari Weiss, en junio pasado. Un trimestre después, el Presidente despejó toda duda al respecto: efectivamente se considera un tálpido -tal el género de esos mamíferos-, de atenernos al tenor del discurso que pronunció en la última noche de domingo del invierno austral, en el Congreso.

El liberal-libertario honró su caracterización de topo al presentar el proyecto de Presupuesto nacional para el 2025, en un acto vacuo, en todo sentido: ausencias en bancas y palcos y también en novedades discursivas. Como esos capítulos de El Zorro que aún se difunden por la TV abierta: ya se repitieron centenas de veces.

No nos referimos al topo en el argot de los servicios de inteligencia y espionaje, porque se supone que aquellos son brillantes en el arte de no aparecer como tales. No como los topos que imaginan Patricia Bullrich y su segunda (aún), Alejandra Monteoliva. Que los creen ataviados con chalecos anaranjados reflectantes, con aerosoles de gas pimienta en los bolsillos.

Nos referimos al topo animal -con todo respeto-. Que tienen una muy baja visión, dado su hábitat subterráneo. Viven bajo la superficie, en madrigueras cavadas. Eso, en el hemisferio norte; esos animalitos de Dios -como caracterizaría Inodoro Pereira- no habitan el sur del planeta. La cuasi ceguera la reemplazan por un agudísimo sentido de la orientación. No sería el caso.

Pues bien, quizás en una involuntaria tirria contra los roedores -que son otra especie dentro de los mammalia-, volvió a tratar a los parlamentarios como «ratas miserables». Senadores y diputados que deberán tratar en breve el proyecto -que en realidad presentó a última hora del domingo la oficina de prensa de la Presidencia, no Milei-, agradecidos.

Con poca visión y escasa habilidad barrenadora, el topo Milei avanza igual, convencido de que los diputados son todos como los cinco radicales deseosos de pinchar un chorizo en la Residencia de Olivos. Brillante idea del Gobierno, en un año en el que el consumo de carne vacuna bajó a mínimos históricos: 44,8 kilos por habitante, contra los 46,9 de 1920. Es un informe de economistas de la Bolsa de Comercio de Rosario.

Se supone que los diputados son los representantes del pueblo, al que, como colectivo, no gustaría de autopercibirse como rata. Y que los senadores responden a los ejecutivos provinciales y a sus oposiciones aspirantes a esos ejecutivos. Como ganar amigos no es un libro que haya leído Milei. De biblioteca sólo cernida a la colección Grandes Ídolos, como los economistas de la escuela austríaca.

Se deduce esa falta -bueno, claramente Milei no es rata, tampoco de biblioteca- en cuando descerrajó un pedido complicado de afrontar por los 23 gobernadores y el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: que hagan parte del esfuerzo titánico del gobierno nacional y contribuyan a disminuir en 60 mil millones de dólares el gasto global en 2025.

«Tomá mate», invitó Milei. No solo los yerbateros Hugo Passalacqua y Gustavo Valdés se calentaron -y no la pava-. Lo propio hicieron otros mandatarios. Como se diría en los viejos barrios, maradoneanamente, a succionarla. La mayor parte de ellos se prestó -como Mauricio Macri- a sellar un pacto de mayo en una gélida noche de 9 de julio en Tucumán. No le cumplieron en nada. Ni siquiera un asadito, como se aprestarían a degustar los nuevos Borocotó. Esos patriotas.

Desde que comenzó este gobierno, y también después del Día de la Independencia, los bolsillos de la hacienda nacional permanecen cosidos con poderosas Toyota -la multinacional automotriz comenzó su expansión fabricando máquinas de coser-. No hay plata para obras de infraestructura, universidades, regímenes previsionales, ni nada de lo que amerite una buena cumbre conspiratoria en el Consejo Federal de Inversiones -que acaba de reelegir a Nacho Lamothe como titular-.

Y que no haya plata ya lo advirtió Milei en plena campaña electoral, así que a llorar al campito para quienes creyeron que eran provocaciones de un candidato perdidoso, o maleable. Maleable es, pero por sectores más poderosos.

Ciencia, tecnología, educación, industria y otras áreas, a rebuscárselas como puedan. Que hagan rifas, lo que sea. El Estado nacional sólo se dedicará a asuntos de defensa y de Relaciones Exteriores. Rubros en los que ya tiene sonados logros, como los apaleos a jubilados -para distraer sólo aparecen en los medios incorregibles militantes izquierdistas- y complejas gestiones para comenzar a diferenciar a los chinos, que son todos iguales. Impecable, como siempre, la canciller, que habla inglés y se baña todos los días, como dijo para diferenciarse de Santiago Cafiero, tan diplomática.

El resto de las áreas que deberían ser competencia de cualquier administración, quedará a cargo de los «estados subnacionales», como denominó Milei a las provincias -una manera de ponerlas en Nacional B, no en Primera, que para eso está él-. Y, de paso, a los municipios, a los que Toto Caputo, el ministro de Economía, les negó autoridad para cobrar tasas enganchadas en las facturas de servicios.

Que el país vaya a crecer cinco por ciento el año próximo, que el dólar oficial llegue a fin de 2025 con un valor de 1.207 pesos y que los superávits gemelos se mantengan incólumes durante todo el calendario son cosas que habrá que ver para creer. Ya están los econochantas diciendo que no será posible.

A propósito de imposibilidades, evidentemente el buzo que Milei presentó con todos los honores en la cena de la Fundación Libertad, meses atrás, parece que está tratándose con Liberan o Pankreoflat. Eficientes productos para combatir la flatulencia.

Algo de eso es de suponer, dada la caída a pique del consumo masivo en supermercados y grandes almacenes: 17,2 por ciento interanual según la consultora especializada Scentia, en un rubro donde las crisis más severas en cuanto a ventas se suelen medir en cinco por ciento o mucho menos, en las comparaciones para los mismos períodos.

Pero bueno, la V corta saltará en cualquier momento del diccionario y se convertirá en estrella, en reemplazo de esta aburrida L altiplánica que se resiste a bajar del 4 por ciento mensual. Dar tantas vueltas para retornar al punto de inicio, luego de cocer a la población con índices superiores al 25 por ciento.

Habrá que darle tiempo, rezan los melómanos de óperas en los salones de Olivos. Esto recién empieza. Aunque pareciera que ya cansa. El domingo a la noche se comprobó con el gran apagón de los aparatos de TV. Claro que los imberbes mileístas ya encontraron el por qué: todo el mundo escuchó al Javo por X.

No importa. Fue bueno igual el intento de Karina Milei y Santiago Caputo por poner al Presi en el prime time del domingo y en cadena nacional. Susana Giménez puede esperar una semana más y Yuyito González no. Gozó en el recinto parlamentario y ya confiesa que desea mudarse a la residencia presidencial. Vaya a saber por qué hay gente mala que recordó a Zulema Yoma. Y al brigadier Andrés Antonietti.
#lpo #federalaldia

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