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LA IRRESPONSABILIDAD COMO FORMA DE OPOSICIÓN

«Cuando el polvo se disipe nuestro pueblo sabrá diferenciar entre quienes estuvieron comprometidos con la vida y aquellos que especularon al servicio de intereses personales y electoralistas», marcó el Presidente del bloque de concejales de Paraná del Frente Creer Entre Ríos.

Por Sergio Elizar (*)

Mauricio Macri dejó la presidencia el 10 de diciembre de 2019. Tras cuatro años de gobierno, y sin atravesar ninguna pandemia, dejó nuestra Patria con un 40 por ciento de argentinos en la pobreza, con una deuda externa impagable y de dimensiones inusitadas, una inflación superior al 55 por ciento y con una tasa de desempleo que creció del 6,6 por ciento al 10,6 por ciento.

Durante su gobierno, la economía se contrajo un 5 por ciento, desaparecieron más de 24 mil empresas, el salario real de los trabajadores se desplomó un 12 por ciento promedio, las jubilaciones perdieron un 23 por ciento y el PBI per cápita cayó un 8,8 por ciento.

Mauricio Macri es responsable de la destrucción económica y social del país.

A ese proceso destructivo, se le sumó un elemento que provocó igual o mayor daño: la demonización de la política, la instalación de discursos de odio y el uso de la mentira constante como forma de construcción política en el marco de la posverdad.

Pero parece que a Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Marcos Peña y Horacio Rodríguez Larreta no les alcanzó con el fracaso de su gobierno y con el sufrimiento que le ocasionaron a nuestro pueblo. Ahora, desde la oposición, intentan incesantemente boicotear todas las acciones que el gobierno de Alberto y Cristina implementan con gran esfuerzo para preservar la vida de los argentinos.

La diversidad, la pluralidad de voces, los distintos puntos de vista, la discusión, la divergencia y la competencia entre fuerzas políticas son valores saludables y valiosos en una sociedad democrática. Son elementos que forman parte de un sistema que defendemos y buscamos fortalecer.

Sin embargo, cuando se recurre a la mentira sistemática y, más aun, se pone en riesgo la vida de nuestro pueblo, se ofende a la democracia misma.

La actitud de quienes integran Juntos por el Cambio se puede resumir en el sabotaje permanente a la gestión de la crisis sanitaria y esa actitud se vuelve doblemente reprochable cuando es encarnada por los responsables del caos desde el cual nuestro país tuvo que enfrentar a la pandemia.

No se puede soslayar que tuvimos que encarar esta crisis con un sistema de salud debilitado por quienes degradaron el Ministerio de Salud a Secretaría y dejaron vencer millones de vacunas mientras en la Argentina había un rebrote de enfermedades que se consideraban erradicadas.

Cuando poco se sabía sobre el nuevo virus que asolaba a la humanidad, con las vacunas como una posibilidad incierta y el confinamiento se constituía como la única opción que el mundo tenía para atravesar la pandemia, los líderes de la oposición llamaban constantemente a desobedecer las medidas de cuidado convocando a marchas en las que se aglomeraron miles de personas.

Al mismo tiempo, con la complicidad de los grandes medios de comunicación, instalaron términos como “infectadura”, hicieron negacionismo sobre los efectos del virus en la salud, fomentaron quemas de barbijos y ¡hasta promovieron que la gente ingiriera desinfectante para pisos!

Además, en una muestra de demagogia y oportunismo, intentaron desfinanciar al Estado pidiendo exenciones masivas de impuestos y rechazaron que los súper-ricos de nuestro país tributaran el aporte extraordinario a las grandes fortunas.

Luego, cuando las vacunas empezaron a asomar en el horizonte con esperanza para comenzar a dejar atrás la pandemia y el Estado Nacional comenzó a cerrar acuerdos con laboratorios de todo el mundo, los profetas del odio, junto a quienes ejercen el periodismo de guerra, emprendieron un nuevo capítulo infame: atacar a las vacunas. De repente, los discursos antivacunas y anticiencia florecieron entre los dirigentes opositores y los medios de comunicación afines sembrando dudas y desconfianza entre la población.

Con la llegada de las primeras vacunas comenzaron con la demonización de la Sputnik V y el lobby en favor de Pfizer. A tal extremo llegó su cometido que Elisa Carrió denunció al Presidente de la Nación por intentar envenenar al pueblo argentino. Después, cuando la vacuna rusa se posicionó como la mejor por efectividad, costo y logística, el discurso de la oposición mutó hacia la denuncia de la vacunación insuficiente y se coronó con las infamias que en estos días lanzó Patricia Bullrich y que rápidamente fue desmentida por la multinacional Pfizer.

La determinación del Presidente fue clave durante el año pasado a la hora de contratar y comprar más de 65 millones de vacunas para los argentinos y las argentinas. A la fecha, han llegado 14.355.710 vacunas al país, de las cuales se han aplicado 11.242.209. El plan de vacunación avanza diariamente con la aplicación de miles de dosis de un recurso sumamente escaso y el Gobierno Nacional no solo ha asegurado la provisión, sino que ha avanzado en acuerdos que permitan la fabricación local.

Desde el inicio de la pandemia, el Gobierno Nacional ha reconstruido y fortalecido el sistema de salud, ha renegociado la deuda externa y ha implementado cientos de medidas destinadas a proteger a los trabajadores y la producción. Se cometieron errores, sí, y seguramente es mucho lo que falta, pero tenemos un Estado presente que no es indiferente a los problemas de la población. El día que asumieron Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner se terminó el gobierno que consideraba que los argentinos y las argentinas teníamos la culpa de nuestros pesares.

En Paraná, lo mismo

En nuestra ciudad, la oposición sigue los lineamientos nacionales de Macri, Bullrich y Rodríguez Larreta. Quienes fueron responsables activos en un gobierno que destruyó el municipio y sumió a la ciudad en una crisis política, institucional, económica y social sin precedentes, que incluso culminó con condenas judiciales y nos legó una deuda de 1.599 millones de pesos –casi un cuarto del presupuesto municipal–, hoy pretenden dar lecciones sobre lo que el Intendente debe hacer en este contexto.

Ex funcionarios proponen exenciones de tasas y otras medidas demagógicas, sin aclarar cómo se sostendrían y olvidando que los recursos son más que limitados producto del desastre que provocaron en las cuentas públicas.

Resulta llamativa la preocupación de estos ex funcionarios por sectores a los que les dieron la espalda cuando tuvieron responsabilidad de gestión, al punto que les quedaron debiendo cientos de millones de pesos que la actual administración está haciendo un gran esfuerzo por saldar.

Por otro lado, no es menos contradictorio escucharlos generar propuestas respecto a la planta política del municipio sin recordar, quizás, que fue sustancialmente reducida con respecto a su gestión. Cabe recordar, solo a modo de ejemplo, la creación de áreas insólitas, como la Dirección de Bajada de Lanchas o la Dirección de Escobería, además de cientos de cargos y jefaturas injustificadas, que han sido declaradas lesivas para las cuentas públicas por los organismos de control.

Con ese cuadro de situación asumió el intendente Adán Bahl y los primeros objetivos que se propuso fueron recuperar la autoridad política, instaurar un gobierno conforme a derecho en el Estado Municipal y ordenar las cuentas públicas para encarar un proceso de transformación de la ciudad.

La pandemia complejizó los desafíos, pero esos objetivos fundamentales ya fueron cumplidos: la autoridad política fue restaurada, se reorganizó y transparentó la estructura del Municipio, se ordenaron las cuentas públicas con un presupuesto equilibrado y se encaró un ambicioso plan de obras públicas destinado a sentar las bases del desarrollo de Paraná.

En el marco de la pandemia, para complementar las políticas del Estado Nacional y Municipal, se desplegaron todas las acciones posibles para acompañar a los sectores sobre los cuales la pandemia tuvo mayor impacto. Se dispuso una prórroga en los vencimientos de tasas, la exención del pago de intereses, el otorgamiento de facilidades de pago y se cedió cuando era posible el uso de espacios públicos de forma gratuita para que sectores como el gastronómico pudieran compensar los perjuicios que les ocasionó la pandemia.

Los gobiernos nacional, provincial y municipal continuarán desplegando políticas públicas tendientes a morigerar los efectos de la crisis, seguirán acompañando a los sectores postergados y a aquellos que vieron afectada su actividad en este contexto. Se continuará trabajando para volver a poner al país de pie, revirtiendo la difícil realidad que golpea a nuestro pueblo y forjar un futuro de esperanza y dignidad para las argentinas y los argentinos. Para eso necesitamos del compromiso de todas y todos. La tarea demanda responsabilidad, solidaridad y renunciar a todo egoísmo que nos impida entender que nadie se salva solo.

Estoy convencido de que cuando esta batalla contra la pandemia termine, y el polvo se disipe, nuestro pueblo sabrá diferenciar entre quienes estuvieron comprometidos con la vida y el bienestar colectivo y aquellos que especularon al servicio de intereses personales y electoralistas.

Para todos aquellos que predican el odio en etapas tan adversas, vale la frase de Albert Camus: “Lo peor de la peste no es que mata a los cuerpos, sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso”.

(*) Presidente del bloque de concejales de Paraná del Frente Creer Entre Ríos.

Fuente: EntreRíosDiario.com.ar

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