Putin cede a las presiones de la cúpula militar y pone a Europa ante el riesgo nuclear. Rusia no cuenta con el apoyo esperado de Turquía, China e India.
Vladimir Putin ha elegido escalar en la guerra que él mismo desató hace casi siete meses. El presidente ruso decretó una movilización «parcial» a partir de este miércoles y volvió a amenazar a Ucrania con usar armas nucleares. También habló por primera vez de guerra en vez de apelar al eufemismo de «operación militar especial», si bien apuntó a «Washington, Londres y Bruselas» por empujar a Ucrania a «trasladar las operaciones militares a nuestro territorio». Finalmente, Putin tuvo que ceder a la impaciencia de la cúpula militar y a la presión de los sectores internos ultranacionalistas.
El mandatario dio este paso horas después de que las autoridades de facto en los territorios ucranianos ocupados anunciaran la celebración de referéndums de «unificación» a la Federación Rusa. El Kremlin ordenó la anexión de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia y los funcionarios títere se apuraron a garantizar las consultas, previstas para este viernes, a pesar de que las tropas rusas no controlan la totalidad de estas zonas. Por otra parte, los diputados rusos aprobaron ayer martes una reforma que endurece las penas para quienes deserten o se rebelen en tiempos de guerra.
Ahora Rusia movilizará a 300 mil reservistas, y según el ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, no afectará a los estudiantes ni a los reclutas. Sin embargo, los vuelos desde Moscú a Turquía, Armenia y Georgia ya se habían agotado al momento en que Putin daba su discurso. Los más jóvenes confían poco en las palabras del gobierno: la misma promesa fue incumplida durante la invasión soviética a Afganistán en los 80.
Los vuelos desde Moscú a Turquía, Armenia y Georgia ya se habían agotado al momento en que Putin daba su discurso. Los más jóvenes confían poco en las palabras del gobierno: la misma promesa fue incumplida durante la invasión soviética a Afganistán en los 80
«La movilización parcial queda a mitad de camino de las expectativas creadas. Los cambios en el discurso de Putin vienen por el lado de que incorpora a la narrativa a los nuevos territorios que van a realizar referéndums, que una vez que se incorporen a la Federación serán una parte de Ucrania entendida como Rusia para Rusia, lo que nos acerca a una potencial declaración de guerra formal», asegura a LPO Martín Rodríguez Ossés, experto en Relaciones Internacionales y analista de la Fundación Globalizar.
El analista señala que para Putin «Ucrania es simplemente el escenario donde se desarrolla el conflicto con la OTAN», aunque el giro en la estrategia deja en evidencia que «el discurso sobre las líneas rojas quedó en una ambigüedad bastante grande y allí hay una muestra de debilidad». «Los ataques a las líneas rojas estipuladas por el Kremlin vinieron de la mano de lanzamiento de misiles de larga o mediana distancia y no de un involucramiento de tropas ucranianas en territorio ruso formal, como es el caso de Crimea. Por lo tanto, en Rusia no lo consideran un ataque, si bien los ataques ocurrieron», explica.
Desde Kiev, el asesor del presidente Volodimir Zelenski, Mijailo Podolyak, ironizó sobre la movilización. «Era el día 210 de la ‘guerra de los tres días’. Los rusos, que exigían la destrucción de Ucrania, acabaron recibiendo la movilización, el cierre de fronteras, el bloqueo de las cuentas bancarias, la cárcel por deserción y unidades especiales en organizaciones paramilitares privadas», dijo. En Bruselas hablan de «desesperación» en el Kremlin, mientras que en Washington y Londres alertan que la escalada es real y toman en serio la amenaza nuclear de Putin. `
En estos meses los mandos medios han estado bastante desilusionados con los alcances de la ‘misión especial’. Había un juego político del Kremlin por sobre el desarrollo de cualquier estrategia militar. Una parte del Ministerio de Defensa quiere ganar la guerra primero y que después Putin vaya por sus objetivos políticos
Desde la Asamblea General de la ONU, el presidente estadounidense Joe Biden aseguró que nadie amenazó a Rusia y que lo que busca Putin es «extinguir el derecho de Ucrania a existir como Estado». Un recrudecimiento del conflicto en el terreno implica «ahogar a Ucrania en la sangre de los propios soldados rusos», como denunció Zelenski, una movida que reactivó las protestas antibélicas en Rusia. El movimiento Vesná convocó a protestas contra la movilización en distintas ciudades del país, desde Moscú a Siberia, que ya suman más de cien detenidos de acuerdo a la organización por los derechos humanos OVD-Info.
El llamado a la movilización y el compromiso con la anexión exprés de las zonas parcialmente ocupadas chocaron con las palabras de Recep Tayyip Erdogan, quien pidió a Putin frenar la invasión y sentarse a negociar con Ucrania. China e India tampoco parecen demasiado interesados en que el conflicto se perpetúe ni en aceptar una violación abierta al principio de la integridad territorial. En Kiev aseguran que si el apoyo occidental se mantiene, el Ejército ucraniano podrá hacer frente a la llegada de más soldados rusos.
«No solo hay debilidad, sino una señal de hastío, en el sentido de que Putin se está cansando de dar explicaciones. China apoya la narrativa rusa sobre una respuesta a una provocación, la incomodidad viene por el lado del impacto sobre la economía. El mensaje que envían los referéndums es que Ucrania no tiene el control efectivo de los territorios. Por lo tanto, son territorios en disputa y se piensa el conflicto en el largo plazo», apunta Rodríguez Ossés. Uno de los puntos más calientes es la central nuclear de Zaporiyia, ubicada en una de las regiones bajo control ruso.
En este sentido, si «se celebra el referéndum y se incorpora a la Federación, la opción de Rafael Grossi y su equipo es más problemática, porque no estaría ya en un territorio en disputa y Rusia podría negar que entren terceros actores». «El desplazamiento de tropas significa fortalecerlas en Zaporiyia. Y habría que ver qué elementos despliegan las Fuerzas Armadas rusas en las inmediaciones de la instalación nuclear. En el caso de Ucrania, una cosa es atacar una guarnición en las adyacencias de la central y otra es atacar una brigada o infraestructura militar para la defensa. O abandonan su intención de atacar Zaporiyia o atacan de una forma mucho más agresiva y, por ende, peligrosa», destaca el analista.
Hace tiempo que Putin venía dudando sobre el accionar de los soldados rusos en Ucrania. El éxito de la contraofensiva terminó de convencerlo sobre la necesidad de profundizar la invasión. En teoría, la semana próxima Moscú reclamará como propios a las regiones ocupadas del este y el sur: la guerra entrará en una dinámica desconocida. El Kremlin está obligado ahora a escuchar con más atención a los mandos militares.
En teoría, la semana próxima Moscú reclamará como propios a las regiones ocupadas del este y el sur: la guerra entrará en una dinámica desconocida
«En estos meses los mandos medios han estado bastante desilusionados con los alcances de la ‘misión especial’. Había un juego político del Kremlin por sobre el desarrollo de cualquier estrategia militar. Una parte del Ministerio de Defensa quiere ganar la guerra primero y que después Putin vaya por sus objetivos políticos con EEUU y Europa. Un sector político del Kremlin decidió darle una oportunidad a Defensa, porque la oferta del aparato burocrático a Putin no trajo las respuestas que se esperaban. Ahí está en signo de debilidad», insiste Rodríguez Ossés. El discurso de Putin no tuvo el mismo impacto que anuncio del 24 de febrero. Resta esperar cómo se traducen sus palabras en el campo de batalla. (telam.com.ar)