El titular de la Conferencia Episcopal Argentina, Oscar Ojea, recordó el mensaje «La vida humana es bella y hay que cuidarla», de la Junta Nacional de Pastoral Familiar, emitido el 25 de febrero pasado, tres días después que trascendió que Mauricio Macri impulsaría la discusión por la despenalización del aborto y a pocas horas del 21F.
En medio de la escalda entre el Gobierno nacional y el papa Francisco, la Iglesia católica argentina puso en marcha una campaña contra la ley de despenalización del aborto.
Las tensiones entre Mauricio Macri y Jorge Bergoglio no son nuevas. A pesar de los amables gestos protocolares, como la carta que le envió el mandatario argentino a su par vaticano por los cinco años de su papado, siguen los cruces y tiros por elevación. Además del aborto, hay otros temas en disputa: la pobreza, la trata, el narcotráfico, el trabajo esclavo, los jubilados, el medio ambiente, el capitalismo salvaje.
En la curia local creen que el impulso de Macri al debate por el aborto fue una respuesta a la masiva movilización opositora que organizó Camioneros el 21F en la 9 de Julio, que luego derivó en la creación de la Corriente Federal, Sindica y Popular. En la Casa Rosada consideran que la alianza entre los Moyano y el Papa vía Gustavo Vera es un manotazo de ahogado. Sin embargo, mientras los camioneros acumulan problemas judiciales, el Papa les bendice camisetas.
Los religiosos admiten que tienen la misión de «bajar» a doctrina Laudato Si’ en todos los rincones, incluidos ámbitos políticos y sindicales. El responsable del plan es el titular de la Academia de Ciencias del Vaticano, Marcelo Sánchez-Sorondo. En la Iglesia sospechan que la polémica por los salarios de los obispos fue otro embate del Gobierno, parte de un show. Ahora, prometen dar una férrea pelea contra las leyes que legalizan las interrupciones de embarazos.
Las últimas fichas eclesiásticas las movieron los obispos de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes. Reunidos en el Centro Mariápolis, de la ciudad de Paraná, emitieron un documento titulado «La vida: don y dignidad», donde sostienen que «la solución siembre debe ser salvar a los dos» y reclaman a las mujeres a que «con coraje, lleven adelante la vida de su hijo».
La declaración lleva las firmas de los arzobispos José María Arancedo (Santa Fe), Juan Alberto Puiggari (Paraná), cardenal Estanislao Karlic (emérito de Paraná) y Eduardo Martín (Rosario), y de los obispos Luis Fernández (Rafaela), Luis Collazuol (Concordia), Héctor Zordán (Gualeguaychú), Gustavo Help (Venado Tuerto), Hugo Santiago (San Nicolás de los Arroyos) y Ricardo Faifer (emérito de Goya).
«El drama humano de una madre que se ve en el dilema de abortar a su hijo, implica diversos actores, pero nunca un problema humano se puede resolver eliminando a uno de ellos; siempre se debe solucionar procurando salvar a todos», expresaron en el escrito.
Si bien reconocen que «muchas mujeres que frente a graves dificultades se ven tentadas de recurrir al aborto como solución», los obispos señalaron que «el aborto nunca es gratuito», ya que «deja huellas muy profundas, tanto a nivel biológico, psicológico como espiritual en las mujeres que frente a graves dificultades se ven tentadas de recurrir al aborto como solución».
A pocos días de que se inicie el debate sobre el aborto en la Cámara de Diputados, les enviaron un mensaje a los diputados y senadores nacionales. «A los legisladores les animamos a que con inteligencia y sabiduría, respetando la verdad y el bien, busquen aprobar leyes que ayuden a que toda mujer se sienta protegida y acompañada en su embarazo, así, en las leyes se mostrará que somos una sociedad fraterna, generosa e inclusiva», manifestaron.
La declaración cuenta con el aval papal. El guiño se refleja con la inclusión en el texto de un concepto laudatista muy utilizado por Francisco en sus homilías. «Cada niño que está viniendo a este mundo merece ser bienvenido» por lo que «rechazar la vida que empezó su camino es signo de una cultura del descarte y exclusión que nos deshumaniza, empobrece y contradice el dato duro de la ciencia», sostuvieron. Según el Pontífice, la cultura del descarte está inmersa en una sociedad hiperconsumista, que tiene como prioridad la maximización de las ganancias. Bajo ese modelo, se descartan productos y vidas humanas: los pobres, los inmigrantes, los ancianos, los niños no nacidos, los pobres, los que no tienen voz y hasta la Tierra.
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea, se cargará al hombro la tarea de frenar las leyes. Por ahora, el obispo de San Isidro solo se limitó a militar en las redes sociales, pero se espera que haya tribunas y encendidos discursos. Algunos sindicalistas darán apoyo. Ojea recordó en uno de sus últimos tuits el mensaje «La vida humana es bella y hay que cuidarla», de la Junta Nacional de Pastoral Familiar, emitido el 25 de febrero pasado, tres días después que trascendió que Macri impulsaría la discusión por la despenalización y a pocas horas del 21F.